Con mucho público se desarrolló el partido que tuvo de todo. Un inicio a toda intensidad, aunque con poco juego de ambos lados. Predominaron las marcas y los rechazos, más allá de las naturales aproximaciones de un lado y de otro.
A los 23, Funes por derecha ingresó en soledad y su disparo cruzado, al segundo palo, se retiró cerca (lo conceptual indica que debe pegarle con la parte externa de su pie derecho).
El ida y vuelta resultó un poco deslucido. Sobre los 45, Facundo Aschemacher se desprendió por el medio y su disparo no se hizo esperar. Fue rasante, fuerte contra el primer palo que el arquero Ignacio Urreaga retiró a un costado no sin esfuerzo.
En el complemento, a los ocho minutos, decantó la apertura del marcador. Diego Moro, luego de que la pelota desembarcara sobre la izquierda, le dio de media volea y la clavó sobre el primer palo.
Y a los 16, cerró el pleito Damián Moro, quien controló ligeramente sobre su izquierda y la colocó cruzado para el alocado festejo.
A los 19, Facundo Aschemacher dilapidó un penal al darle por arriba del horizontal.
Ya en la parte alta del partido, se sucedieron esas acciones que parece nadie puede controlar, digo desde los propios jugadores. Un empujón, una caída, otro empujón, insultos, amenazas y otras yerbas que el árbitro Macchi puso quietud con las expulsiones del ingresado Andrés Blanco en La Barranca y Facundo Aschemacher e Ignacio González en la visita.
Al final, festejo de Los Cuervos que ascendieron a la primera categoría del fútbol de la Liga Cultural. Y está bien. Fue merecido.